¿Qué se dicen los mayas de esta vasija?

¿Qué se dicen los mayas de esta vasija?

jueves, 30 de abril de 2009

MAYAS Y EGIPCIOS II

La civilización egipcia es inimaginable sin los jeroglíficos. Gracias a la escritura jeroglífica, descifrada ya a principios del siglo XIX, sabemos hoy tantas cosas del país del Nilo. Los mayas fueron el único pueblo precolombino que desarrolló una escritura plena, del tipo "jeroglífico", es decir, estructuralmente semejante a la de los egipcios, con signos que se leen como palabras (logogramas) y signos que representan sonidos (fonogramas), por lo general silábicos, de modo que, en ambos casos, se trata de escrituras logosilábicas, o ideográfico-fonéticas, es el penúltimo paso en la evolución de los sistemas escriturarios mundiales, el que utilizaron también los hititas o los chinos, el siguiente y último es la escritura alfabética, la de Ugarit, Grecia y Roma.
El inconveniente de trabajar con la escritura maya, de una gran belleza y variedad de formas, es que los escribas de aquella civilización centroamericana no estuvieron interesados, al parecer, en escribir sobre la vida cotidiana, o en componer poemas y relatos de ficción, ni siquiera fueron verdaderamente explícitos cuando se trataba de asuntos políticos o religiosos, los únicos que aparecen en las inscripciones. Mientras que los egipcios escribieron hasta cuentos y leyendas, los mayas se limitaron a enumerar sucintamente hechos relacionados con los reyes o los dioses, poniendo sobre todo énfasis en las fechas en que habían tenido lugar. Y esos hechos no son generales, sino focalizados en pocos asuntos concretos, como las entronizaciones, algunas batallas, dedicaciones y sacrificios, y casi nada más. Probablemente no encontraremos nunca en las inscripciones mayas un Sinuhé, ni un Libro de los Muertos, ni un Papiro Ebers, y aun así cada gota de información que nos ofrecen los textos descifrados es un enorme paso adelante en la comprensión del pensamiento de esa fascinante cultura.

domingo, 19 de abril de 2009

DIVULGACIÓN ARQUEOLÓGICA

Desde hace muchos años me he dedicado con entusiasmo a la divulgación de aquellos aspectos de la arqueología americana que me parecían más próximos a la sensibilidad de un público lector hispánico. Es una tarea necesaria, el reconocimiento social de la investigación que realizamos los profesionales es la justa correspondencia a los medios que esa sociedad pone en nuestras manos. Siempre me ha indignado que los españoles sientan tan poca curiosidad por el continente americano, por sus pueblos antiguos y modernos, por su historia, que en buena medida es compartida con la propia España. Y esa indignación alcanza a los programas de las escuelas, que no incluyen a América indígena y precolombina como parte de nuestro propio pasado. No hace falta ser muy observador para darse cuenta de que en la empresa divulgadora priman las culturas asiáticas, africanas y europeas, y en lo que respecta a las civilizaciones antiguas Egipto entra a menudo en los hogares españoles de una u otra manera, mientras que muy pocos de mis compatriotas habrán oído hablar de los mochicas, de Teotihuacán, de los olmecas o de Tiahuanaco, todos ellos nombres que hacen referencia a culturas sobresalientes en el arte y en la antropología. Por eso he publicado decenas de artículos de divulgación en revistas como Koiné, Periplo, Viajeros, Historia 16, Patrimonio Mundial, Historia y Vida, Historia National Geographic, y en la prensa diaria, y casi nunca rechazo intervenir en la radio o en la televisión. Cuando nuestros jóvenes consideren a los mayas tan notables e interesantes como los egipcios, y cuando todas las personas sientan mucha curiosidad por las pirámides americanas, mi objetivo, y el de los que piensan como yo, estará cumplido.