¿Qué se dicen los mayas de esta vasija?

¿Qué se dicen los mayas de esta vasija?

viernes, 30 de diciembre de 2011

¿Quién es maya?

Por supuesto, Pablo, se pueden utilizar los documentos coloniales, e incluso modernos, para tratar de esclarecer lo ocurrido en la larga época prehispánica. Incluso, en ocasiones, es obligado hacerlo. Y yo mismo lo he hecho a menudo. Pero eso no homologa la cultura maya antigua con la cultura maya posterior a 1540. Por eso la pregunta no debe ser ¿qué dijeron los mayas? sino ¿qué dijeron los mayas precolombinos?, y creo que a eso se refieren las gentes preocupadas por el supuesto fin del mundo, porque lo que afirme un yucateco indígena en el siglo XVIII, o hace unos años, pertenece a otra cultura maya, la que se caracteriza por la amalgama de ideas, el sincretismo religioso, la pérdida de muchas tradiciones, la formidable influencia de los frailes, el Gobierno republicano, la televisión y el turismo, etcétera. Insisto en que, hoy por hoy, con el conocimiento que tenemos, la civilización maya parece que no dio importancia a una fecha tan señalada como el fin del gran ciclo en 2012, y desde luego no mencionó en absoluto que fuera a suceder alguna catástrofe. Me pregunto la razón, pues para mí ese gran ciclo debía coincidir con la duración aproximada de cada uno de los mundos o soles que habían existido. Lo que no es baladí, sino altamente significativo. No se terminan 5125 años así como así, de cualquier manera, y si insisten una y otra vez en recordarnos la fecha de comienzo ¿por qué no se explayan especulando sobre la fecha del fin? ¿O será que toda la información está encerrada, contenida y resumida, en el nombre del misterioso Bolon Yokté, al que se alude en el monumento de Tortuguero?, ya sabemos que los mayas no eran muy locuaces en sus inscripciones. Así que, diría a lo mejor un socarrón ah kuhún del Usumacinta, con las fechas del calendario, los mitos (del que luego sería Popol Vuh) y el nombre de Bolon Yokté, a buen entendedor...

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Precisiones sobre los cataclismos imaginarios

Bien, mi querido comentarista me dice que los mayas fallaron al predecir el fin del mundo en 1787. Pero eso no es del todo cierto, los mayas dieron cobertura a una "profecía" difundida en el ámbito mediterráneo, lo que era muy lógico en un tiempo, los siglos XVII y XVIII en Yucatán, en el que los procesos de aculturación, voluntaria o forzada, estaban en auge. El Chilam Balam de Ixil no es comparable con, digamos, el Monumento 6 de Tortuguero, y la edición de Laura Caso Barrera (de ilustre segundo apellido en la filología maya) lo que hace es poner de manifiesto el formidable revoltillo mental de los menes y otros practicadores religiosos y políticos de la colonia. Erik Velásquez y sus ilustres colegas pueden afirmar con toda legitimidad que no hay hasta el momento inscripción maya antigua en la que se mencione el fin del mundo en 2012, pero meter en ese saco al libro de Ixil me parece incorrecto, pues ese texto sólo es verdaderamente maya -en la ideología y creencias que refleja, claro- en un modesto 30 por ciento. Mejores, por supuesto, son las referencias al Popol Vuh, pero esa es otra historia.

martes, 27 de diciembre de 2011

FELIZ AÑO NUEVO

Se multiplican las consultas sobre el año que comienza ¿qué dijeron los mayas? ¿se acabará el mundo en diciembre? Me llaman de la radio y casi siempre se refieren a la "profecía" maya, y la realidad es que no hubo tal profecía. Sólo un ciclo cronológico que está a punto de finalizar. Se nos termina el tiempo, hubieran dicho las gentes de Uxmal, al estilo del conejo blanco de Alicia. Pero seguramente estaban tranquilos pensando que otro tiempo llegaba a continuación, un feliz año nuevo, porque todo tiempo nuevo tenía forzosamente que ser mejor para los humanos y los dioses que el anterior. Así que a esperar y ver, y sobre todo a esperar y pensar, a pensar en los que sufren, los que tienen hambre, los que no pueden soportar las injusticias, los que carecen de amor, o de amistad, que es casi lo mismo, o de fe, o carecen, por tanto, de esperanza. Ojalá que los mayas tuvieran la firme creencia de que la nueva humanidad alumbrada el 21 de diciembre próximo perdería el miedo y superaría el dolor y la soledad. Sería una creencia muy digna de ser compartida.

viernes, 2 de diciembre de 2011

DEUDACRACIA


Según parece éste es el título de una película sobre la grave crisis
financiera de Grecia. Hace años yo creía ingenuamente que los Estados se
financiaban por medio de los impuestos que pagaban los ciudadanos. No es así.
Los Estados no tienen bastante con los impuestos y piden dinero prestado a los
bancos, personas o instituciones millonarias. A eso, lógicamente, se le llama
deuda. Y con frecuencia más que deuda soberana es una soberana deuda.Y como los intereses de esos préstamos son elevados, mucho de lo que
recaudan los Estados con los impuestos y otros ingresos van directamente a pagar
tales intereses. Es un círculo vicioso de fuerte retroalimentación del que
algunos intentan salir devaluando la moneda o declarándose en quiebra. Me
gustaría mucho saber si los Estados antiguos también funcionaban así, y pienso
estudiarlo. De hecho, resulta una hipótesis atractiva. Quizá las expansiones imperiales, la avidez de tributos cada vez
mayores y el sometimiento de poblaciones prósperas, hayan tenido ese origen, el
de Estados que no alcanzaban a cubrir sus gastos. No pedían préstamos -en
ocasiones sí, a los banqueros del momento-, sino que se apoderaban de los excedentes de
producción ajenos. En fin, es evidente que, se mire como se mire, aquellas
prácticas han causado a menudo la asfixia, el declive o la ruina.
Publicado por Miguel Rivera
Dorado en 10:34

miércoles, 2 de noviembre de 2011

¿Qué pasó realmente en el 378?

¿Qué pasó realmente en el 378?Cuando estábamos a punto de entrar en la cámara del Satunsat en la que alguien había sido enterrado, seguramente a finales del Clásico Temprano, y mirábamos por un agujero hecho en el muro que la separaba de los otros cuartos del Laberinto -tal vez porque siempre habíamos querido reproducir el maravilloso momento vivido por Carter-, algo llamó poderosamente mi atención: en el suelo se veían varios recipientes de cerámica de un estilo indudablemente no maya. Dije "esto es teotihuacano", y en efecto, la ceramógrafa Carmen asintió cuando fue llamada a consultas. Eran vasijas teotihuacanas o teotihuacanoides, inconfundibles por las formas, el color y la ornamentación. Cerca del Satunsat estaba la pirámide principal del Grupo May, cuyos cuerpos ya nos habían llamado la atención porque lucían tableros y taludes. Las excavaciones que continuó Ricardo Velázquez en Oxkintok, una vez terminado el trabajo de la Misión Española, encontraron muchos más rasgos del estilo teotihuacano en ese remoto lugar del norte de Yucatán. Digo todo esto porque he vuelto a releer el célebre artículo de David Stuart sobre los "extranjeros", y estoy cada vez más convencido de que lo que se abatió sobre las tierras bajas mayas hacia finales del siglo IV fue una ola gigantesca, militar, política y económica, que modeló los nacientes reinos y dejó un legado cultural, y sobre todo ideológico, que perduró hasta la conquista española. Teotihuacan impuso su poder y gobernó de hecho en gran parte del área maya entre los siglos IV y VI; no fue una ocupación imperial a la manera romana o inca, el paralelo más acertado es probablemente el de los Estados Unidos hoy en ciertos países de Latinoamérica, África o Asia.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Los falsos en Mesoamérica

Ha llegado a mis manos un libro fascinante. Se llama Faking.Ancient Mesoamerica, de Nancy L. Kelker y Karen O. Bruhns. Siempre he deseado que se publiquen libros así, denunciando las muchas piezas arqueológicas falsas que habitan los museos y colecciones privadas, y explicando quiénes, cuándo y cómo, se han llevado a cabo tales falsificaciones. También a mí me han implicado en ocasiones en asuntos de peritaje, valoración y autentificación, de objetos precolombinos; yo suelo huir de tales cometidos, pero a veces, por amistad generalmente, atiendo las peticiones de quien ha recibido de sus padres una cerámica, o ha traído de un viaje a París una escultura, y tienen graves dudas sobre su atenticidad, o quieren venderlas para obtener alguna ganancia. Otras veces es pura curiosidad la que sienten por ciertos objetos que han ocupado un armario en sus casas durante años, y a los que hasta ahora no habían prestado atención. En ocasiones les he remitido al Museo de América, y unas pocas veces he hecho un comentario sobre las dudas que me producía el tal objeto. Hace años incluso la Guardia Civil se dirigió a mí para consultarme sobre un alijo de piezas arqueológicas americanas. Obviamente, un buen peritaje requiere medios, tiempo y análisis que resultan costosos para bastante gente. Lo mejor es recurrir a los organismos más especializados, como los museos. Pero, ¿por qué los mismos museos muestran a veces en sus vitrinas objetos de dudosa procedencia y más dudosa todavía antigüedad? El libro de Nancy y Karen aclara muchas cosas, hasta con fotos en las que se ve a los mejores falsificadores. Por cierto, para ellas, definitivamente, el Códice Grolier es falso. Algunos lo sospechábamos y otros lo afirmaban sin rubor, pero su difusión vino de la mano de Michael Coe, nada menos. Así que puede pasar que los especialistas también nos equivoquemos, o que nos movamos en la duda. Eso es toda ciencia, errores, rectificaciones, comprobaciones, aciertos, y más investigación.

martes, 6 de septiembre de 2011

América y España, un idilio en penumbra

Me dice Pablo Marcos Berastegui que ha visto una excelente exposición sobre los mayas en París, y se pregunta por qué no vienen a España grandes muestras sobre el antiguo México o sobre el antiguo Perú que andan circulando por Europa.La respuesta es sencilla, nuestras autoridades no sienten la necesidad, ni la inquietud, de traer tales exposiciones, tampoco las grandes empresas españolas actúan como verdaderos y generosos mecenas y patrocinadores al respecto. Unos y otros lo hacen modestamente, en ese terreno del salir del paso en el que tan bien nos movemos los hispánicos. Por eso, pienso yo, la palabra vale ha tenido tan gran éxito en el habla coloquial, porque éste es el país del ¡ya vale! Aunque las cosas se dejen a medias, aunque no se alcance la perfección o la excelencia, ¡ya vale! Pues no, en las relaciones culturales con América, con la América que forma parte de nuestra propia historia, el ¡ya vale! no vale; se debe lograr lo mejor, y ese concepto implica grandes exposiciones sobre los mochicas, el hombre de Sipán, Tiahuanaco, los olmecas, Tikal, Palenque, lo que sea, lo que esté en gira de nuestros países hermanos, de su cultura antigua y moderna, y una promoción excepcional, y buena publicidad. Y ya puestos a ello, institutos antropológicos y arqueológicos españoles en Lima, México, Guatemala, Quito, y un buen plantel de especialistas y becarios estudiando culturas del pasado, culturas indígenas, lenguas americanas, y restauradores restaurando el patrimonio arqueológico, y muchas y buenas publicaciones, colecciones de obras de prestigio. Y más departamentos universitarios, y plazas para profesores e investigadores, y organización de congresos internacionales en nuestras universidades y museos. Y un Museo de América que sea referencia mundial en el americanismo. En fin, es sólo justicia para las culturas y civilizaciones que los españoles descubrieron al mundo, para nuestra historia, insisto; ah, y una buena, muy buena política de acercamiento a los países americanos.

martes, 2 de agosto de 2011

Exposiciones veraniegas

El otro día estuve en Valencia y tuve ocasión de ver una preciosa exposición de fotografías procedentes de los fondos de la Hispanic Society de Nueva York. La cantidad, calidad y dimensiones de las fotos expuestas, permitían imaginar de una manera viva y precisa cómo era la España de la época de Sorolla. Aquello equivalía a un buen libro de antropología cultural, al menos a uno de excelente etnografía. Mis más cordiales felicitaciones a los organizadores de tal muestra. Más tarde, de vuelta en Madrid, acudí con enorme curiosidad a la exposición sobre Teotihuacan en el Caixa Forum del Paseo del Prado. Se trata de una de las civilizaciones más importantes de la América antigua, una ciudad-estado de tamaño descomunal y que imprimió su huella a la Mesoamérica de los siglos IV a VI. Pero hay tantos enigmas todavía en relación con Teotihuacan que las exposiciones se quedan cortas y apenas resuelven las cuestiones más significativas: ¿Cómo se gobernaba la enorme metrópolis? ¿Cómo surgió y por qué desapareció tan importante civilización? En Madrid el montaje es relativamente modesto -me dicen que en París fue mucho más espectacular-, pero se pueden contemplar multitud de interesantes y bellas piezas que a muchos harán pensar sobre el desarrollo cultural del México prehispánico, y eso ya es un éxito. Mientras que en la exposición de Valencia el montaje era muy ambicioso, y el catálogo tan pequeño que resultaba irrisorio y hasta ridículo, en Madrid no se emplearon grandes medios para mostrar el esplendor de Teotihuacan pero el catálogo era mejor en concepción y diseño. Continúo, desde luego, criticando el precio desorbitado de estos catálogos, y que se siga utilizando un tipo de papel pesado y con demasiado brillo. Los que se encargan de organizar estas muestras no parecen cuidar un hecho fundamental, que perduren en la memoria a través de la calidad de los catálogos, que deberían ser además de muy fácil adquisición para todos.

lunes, 6 de junio de 2011

¡¡YA SE ACERCA 2012!!

Barrunto que a medida que nos vayamos acercando a la fatídica fecha de diciembre de 2012 se irán incrementando simultáneamente las noticias, comentarios, rumores, explicaciones, fantasías y objetos para el comercio. Después de lo que escribí en mis blog hace algún tiempo no pensaba yo regresar a esta cuestión, a no ser que hubiera un importante motivo para hacerlo. Uno de tales motivos es la aparición del libro de David Stuart The Order of Days. The Maya World and the Truth about 2012. No lo he leído todavía, acabo de recogerlo en el correo, pero ya puedo adelantar que el célebre epigrafista estadounidense combate encarnizadamente la hipótesis de que los mayas profetizaron, o predijeron, o siquiera anunciaron, cualquier clase de cambios significativos coincidiendo con esa fecha. ¿A qué se dedica el libro, entonces, si ese rechazo, dada la ausencia manifiesta de información sobre el pensamiento maya al respecto, puede despacharse en unas pocas líneas? A algo conveniente e ilustrativo. A desgranar las ideas de los antiguos habitantes de las selvas de Centramérica en cuanto al tiempo y al espacio se refiere, al menos las ideas que podemos atisbar en las inscripciones, demasiado concisas y a menudo muy oscuras, por desgracia, y las que ha conservado la tradición oral o recogieron los colonizadores hispanos. Hay capítulos sugestivos, como el 7º, donde se habla del origen y el fin de los mundos creados, tanto en Mesoamérica en conjunto como entre los mayas, y también hay un breve epígrafe dedicado al ahora famoso Monumento 6 de Tortuguero. Es un libro que podríamos llamar de divulgación, pero también una oportuna síntesis sobre algunos de los aspectos más fascinantes de la civilización maya. Por supuesto, si más adelante encuentro motivo de discrepancia con el libro del estudioso de Texas, tengan ustedes por seguro que lo reseñaré en este mismo blog.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Otras arqueólogas que recuerdo

Pocas veces he disfrutando tanto leyendo un libro que no pertenece al campo de la ficción como con el delicioso Ven y díme cómo vives de la inglesa Agatha Christie. Mucha gente cree que esta autora únicamente escribió libros de misterio, novelas policíacas o, con seudónimo, otras de tipo romántico, pero se equivocan, escribió también sobre la vida cotidiana, la suya y la de otras personas, y un ejemplo maravilloso es el Ven y díme cómo vives, donde narra las peripecias de sus excursiones a Oriente acompañando a su esposo, el arqueólogo Max Mallowan. La Christie se inspiró en el ambiente de la arqueología oriental para componer algunas de sus más célebres narraciones, pero sobre todo, y es lo que me interesa destacar aquí, se portó valientemente ante las muchas adversidades que ese ambiente propiciaba. Mujer decidida, dispuesta a todo como su marido con tal de conocer, ver, experimentar, es un último eco de tantas intrépidas inglesas que afrontaron los viajes y las exploraciones en los países considerados peligrosos, o sencillamente incómodos, con una energía y una voluntad muy encomiables. Algunas fueron arqueólogas, y yo recuerdo todavía entre mis lecturas primerizas a Kathleen Kenyon o Marija Gimbutas (una lituana heterodoxa y muy interesante que hizo carrera en los Estados Unidos), arqueólogas con enaguas, en una época en que todavía se regateaban muchas posibilidades de acción a las mujeres por el mero hecho de serlo. Tal vez podían trabajar sin oír comentarios negativos en la muralla de Adriano o en una villa de la Toscana, pero en Siria, en Irak, en las selvas amazónicas o centroamericanas, ahí eran criticadas a menudo como poco femeninas o se exponían permanentemente a la no solicitada "protección" de los varones. Hoy la historia de aquellas pioneras despierta admiración y asombro, pero también, desde el punto de vista científico, el reconocimiento de que las exploradoras y arqueólogas del siglo XIX y las primeras décadas del XX hicieron avanzar sustancialmente nuestro conocimiento de aquellas culturas exóticas y misteriosas.

miércoles, 27 de abril de 2011

Muchas gracias, Pilar

Pilar hace un comentario desde Sevilla. Me gusta mucho ese comentario porque incide en algo que llevo predicando muchos años, de nada sirve el hacer, el saber, el practicar, si no somos capaces de aderezarlo con entusiasmo, con curiosidad infinita y perenne, con pasión. Estoy convencido de que no nacemos para sufrir, nacemos para sacar del mundo y de nosotros lo mejor, lo que nos haga más dichosos, y la profesión, el trabajo de cada día durante muchos días, es la vía principal -y a veces la única- para lograr esas satisfacciones. Compadezco a quien dedica toda su existencia a tareas que le resultan desagradables e incluso aborrecibles; claro que en ocasiones no hay otro remedio, o en otras ocasiones las personas no saben lo que de verdad quieren, no se deciden o son cobardes a la hora de elegir los caminos más arriesgados e impredecibles. Pero cuando se barrunta un amor, próximo o lejano, cuando se sospecha que en tal ocupación o profesión uno estaría bien, uno estaría "realizado", como se decía antes, entonces vale la pena cualquier sacrificio y cualquier peligro para conseguir esa meta. Y no hay prisa, se puede lograr a cualquier edad, en cualquier momento. Lo que importa es que al llegar a la vejez se pueda mirar atrás y sentir complacencia y satisfacción por la vida que se ha vivido. Muchas gracias, Pilar, por su comentario y por sentir así.

miércoles, 13 de abril de 2011

Palabras, palabras, palabras.

Por mi edad y formación yo soy persona de palabras. Cuando inicié mi carrera en la Universidad lo que verdaderamente contaba era la llamada "clase magistral", en la que un "maestro" experto en la materia, desgranaba sus ideas respecto a un tema particular. La calidad de su dicción, su elocuencia, sus maneras, la profundidad del pensamiento expresado, le calificaban como bueno o malo. Se proyectaban en ciertas carreras algunas filminas, diapositivas, transparencias, con arcaicos aparatos manuales. El resto lo hacían los libros, la lectura, se leía mucho, tanto "libros de texto", manuales, ensayos, como abundante literatura de diversa clase. Todo ello nos preparaba intelectualmente y, supuestamente, también para ejercer la profesión elegida. Hoy las cosas han cambiado muchísimo. En las aulas hay ordenadores y todo se hace a través de los power point, los estudiantes apenas leen libros, manejan Google, y, desde luego, ha desaparecido casi por completo la figura del maestro de verbo fácil y preciso y, a veces, audaz, original, innovador y comprometido. Ya no hay pugnas entre esos ilustres maestros defensores de teorías enfrentadas, ya no hay pasión en los oyentes de unos y de otros, no se llenan las aulas de seguidores y detractores, sino de muchachos que pretenden solamente sacar el curso de la forma más cómoda y rápida. Y aquello que se llamaba "vocación", tendencia irresistible que se despertaba en la adolescencia y que nos conducía a una determinada facultad universitaria y no a otras, es una rareza en vías de extinción. ¿Estamos mejor o peor? Habrá que analizar paso a paso los diferentes factores implicados para poder responder a esa pregunta.

jueves, 10 de marzo de 2011

PARTOS Y EMBARAZOS

Sara me pregunta en su comentario dónde puede encontrar información sobre los embarazos y los partos en época prehispánica. No está, desde luego, en las inscripciones jeroglíficas, ni en las manifestaciones artísticas, aunque de unas y otras se pueden obtener ligeros indicios. Lo mejor es leer con atención a los escritores de la colonia, cronistas y funcionarios de la Corona española, papeles jurídicos, pleitos y demás, y luego extrapolar esa información y contrastarla con los datos arqueológicos. Diego de Landa es la fuente primera, pero hay muchas más. Y no se puede desdeñar el material etnológico; felizmente, la continuidad cultural en el área maya es muy fuerte todavía, a pesar de la presión aculturadora de las últimas décadas. Se deben consultar los estudios de los buenos etnólogos, como Villa Rojas, Redfield y otros más recientes, algunos dedicados en concreto a la mujer y sus circunstancias. Con todo ello construir hipótesis y procurar verificarlas. Y atención, los mayas son parte de Mesoamérica, lo que sabemos de otras regiones también ayuda mucho.

viernes, 4 de marzo de 2011

EJERCIENDO DE PROFETA

Cuando yo empecé a interesarme por los mayas todo hacía presagiar que terminaría como arqueólogo peruanista, pues estaba excavando en Chinchero, en los Andes. Por aquel entonces los mayistas se dedicaban como locos a hacer trabajos sobre patrones de asentamiento y sobre tipología cerámica (el famoso tipo-variedad y sus daños colaterales). A mí me gustaban muy especialmente otras cosas, por ejemplo el arte, la religión, la iconografía, la epigrafía; y mi método era comparativo, me parecía que el comparativismo podía ayudar a interpretar los materiales de las excavaciones y a entender el comportamiento de sus creadores. Algunos años después los estudios iconográficos y epigráficos encabezan la estadística de lo que se hace de más prestigioso en la profesión; pero además, cuál no habrá sido mi sorpresa cuando ha llegado a mis manos un libro publicado por la UNAM, editado y compilado por Aurora Monod y otros autores franceses y mexicanos, en el que se hace una clara reivindicación del método comparativo. Me alegro mucho porque así es posible que se tengan en cuenta mis libros y artículos, en donde he comparado a los mayas con los egipcios o con los khmer, entre otros pueblos de semejante grado de desarrollo cultural. Ignoro si la señora Monod-Becquelin, o Alain Breton, o Mario H. Ruz, los conocen, pero creo que podrían haber hecho alguna referencia a ellos en esa voluminosa publicación. Al fin y al cabo he sido un precursor.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Signos, iconos y misterios

Ayer participé en un programa de televisión en el que se trató el tema de Tiahuanaco. Aparte de lo intrigante que resultan las ruinas de esta ciudad en medio del páramo andino, donde apenas unas briznas del ichu sobresalen de la tierra pelada, se habló mucho de la célebre Puerta del Sol y de sus indescifrados relieves. He ahí un problema como el que a veces nos plantean a los mayistas las escenas de la cerámica pintada o unos estucos como los de El Mirador recientemente descubiertos. Creo que la mejor, y tal vez la única, manera sensata de intentar resolver los problemas de esta clase es aplicando un método comparativo -semejante al que yo he utilizado en mi trilogía "Los umbrales del inframundo"-, así las figuras de la Puerta del Sol se relacionarían teóricamente con los iconos de Chavín, con las esculturas de Pucara, con las cerámicas Huari, con los mantos de Paracas, y, más lejos incluso, con la disposición y el contenido de otros frisos parecidos en Mesoamérica o el Próximo Oriente Antiguo. La inventiva humana no es infinita, y los seres alados que aparecen en Tiahuanaco tienen sus paralelos en otras partes del mundo, al igual que el supuesto Viracocha central con una cabeza aureolada de rayos. Con las comparaciones se llega a construir hipótesis mucho más ajustadas al problema, y muchas veces se alcanzan soluciones que de otra manera jamás hubieran aparecido en la imaginación de los investigadores.

martes, 18 de enero de 2011

Esperanzadores jeroglíficos

Mi amable comentarista Pablo Mumary me reprocha la escasa confianza que tengo en la información proporcionada por las inscripciones jeroglíficas mayas. Probablemente esa perspectiva algo escéptica se deba a dos razones, primero que me interesa mucho la egiptología, y en esa rama del conocimiento los avances fueron meteóricos desde que Champollion encontró la clave del desciframiento, y segundo, que mi impaciencia se aviene mal con la lentitud con la que vamos reconstruyendo, apoyados en la lectura de las inscripciones, la sociedad maya antigua. Un porcentaje muy elevado de los trabajos epigráficos se dirige a interpretar términos y frases que hacen referencia a la mitología o a la religión en general, lo que hace muy difícil la comprensión del texto y suscita numerosas hipótesis distintas, todas posibles. Las inscripciones del Templo XIX de Palenque son un buen ejemplo del laconismo y la relativa oscuridad de las inscripciones. Obviamente, sabemos ahora mucho sobre reyes, sus nombres, fechas y algunas ceremonias en las que participaban. Pero de la sociedad sobre la que gobernaban hay muy poca información en la escritura, y sabemos casi lo mismo que hace veinte años, los jeroglíficos no han aportado grandes cambios. La variedad de temas, y la amplitud de los desarrollos temáticos, que vemos en Egipto, no están presentes en el área maya. Pero eso no es una novedad, pasó lo mismo con el lineal cretense/micénico y con muchas tablillas cuneiformes. La escritura, en las civilizaciones antiguas, no era como actualmente un vehículo libre para expresar cualquier cosa, sino un recurso instrumental minoritario altamente especializado, para el comercio, la religión, o la exaltación de los reyes. Bienvenidos sean los desciframientos mayas y los debates que abren, el momento es excitante, aunque no demasiado prometedor. Pero me gustaría mucho que una larga inscripción nos relatara algún día con detalle un mito, el Popol Vuh, por ejemplo, y no sólo mínimos detalles de un reinado o conceptos religiosos aislados.

martes, 11 de enero de 2011

ICONOLOGÍA y EPIGRAFÍA

Cuando yo empecé a estudiar las culturas precolombinas había dos enfoques que todos seguíamos: o se hacía desde la documentación española de la época colonial, lo que más tarde se llamó en la Universidad de Madrid Etnohistoria, o se hacía desde la arqueología, con método tradicional, muy descriptivista. Mis primeras excavaciones en los Andes expresaron que era la arqueología lo que me interesaba, pero aquellos proyectos trataban de ser interdisciplinarios, y había etnólogos e historiadores en el campo, con los arqueólogos. De la arqueología más descriptiva se pasó a la arqueología más interpretativa -más antropológica, tal vez- y de ahí a la moda rampante de la iconografía. Los últimos trabajos que he dirigido no tienen que ver ya con excavaciones en el campo, sino con interpretaciones de las escenas de los vasos clásicos, de ignorada procedencia en su mayoría, estudio de símbolos, teorías mitológicas, etc. Y eso, creo yo, se debe al enorme prestigio alcanzado entre los estudiantes y entre los estudiosos por la tarea de los epigrafistas; lamentablemente, los logros de la epigrafía maya son todavía muy modestos, aunque en algunas cosas sus descubrimientos hayan sido sensacionales. Se debe tal situación a que los mayas escribían de manera escueta y de pocos asuntos, y muchas inscripciones, lacónicas y oscuras, más parecen fórmulas ocultistas para uso privado que verdaderas manifestaciones de propaganda política con eficacia social. Me gustan los trabajos iconográficos y epigráficos, pero a veces me pregunto si no estaremos suponiendo en exceso, dejando volar la imaginación y construyendo sobre débiles cimientos.